El pasado sábado 22 de octubre en Casa de Dios —la iglesia que lidero junto a mi esposo—, con el equipo de pastoras, realizamos el tercer evento para mujeres de este año, bajo el título “Corazón de hija”. Dios estuvo hablando a nuestros corazones y entendimos que era necesario abordar dicho tema, pues muchas veces somos indiferentes al dolor que sentimos y no dejamos que Él nos transforme.
Estoy sumamente agradecida con Dios por el tiempo tan maravilloso que vivimos. Mujeres de diferentes departamentos del país y de otras naciones asistieron a este evento que fue de muchísima bendición. En esta ocasión las participantes disfrutaron lindos momentos de convivencia y adoración, presenciaron una hermosa obra teatral y recibieron Palabra de mi amiga Ruth Mixter (cantante y compositora de origen nicaragüense) y de parte mía.
Además, durante la tarde se impartieron cinco talleres llenos de amor y sanidad para el corazón, enfocados en la injusticia, rechazo, traición, abandono y humillación que como hijas podemos llegar a sentir en uno o varios momentos de la vida. En ellos tuvimos que llenar un checklist para conocer las heridas que llevamos dentro, lo cual me impresionó porque entendí que solemos creer más en los pensamientos que en los sentimientos.
La Palabra dice que, por sobre toda cosa guardada, guardemos nuestro corazón porque de él mana la vida. Sin duda necesita ser guardado, pero también ejercitado y quebrantado para que sanemos por completo. No debemos avergonzarnos de las heridas, del dolor y del sufrimiento porque no son totalmente malos, ya que nos sacuden para que después seamos mucho más fuertes y resilientes.
Es sumamente importante que cuidemos nuestro corazón y que sanemos las heridas del alma. Este es un buen momento para que actives tu corazón no solo con ejercicio, sino con prácticas espirituales; para que todos los pensamientos y emociones que nos inunden vengan solo del Señor y para que estemos protegidas por Su palabra.
Ya no pelees contigo ni con nadie más; por el contrario, sé humilde y vulnerable para reconocer que quien manda en nuestros corazones es Dios y que Él es el único que nos da paz. La Palabra dice que si creemos con nuestro corazón y confesamos con nuestra boca que Jesús es el Señor, seremos salvas, así que, si aún no lo has hecho, este es el momento.
Muchísimas gracias a todas las mujeres que asistieron a esta reunión tan bella que tuvimos. La presencia del Señor se derramó de manera impresionante y especial. Mujer, no olvides lo importante que es tu corazón para nuestro Padre y que Él tiene cuidado de ti en todo momento. Te invito a mantenerte al tanto de mis redes sociales para que no te pierdas la próxima reunión para mujeres.