Hay un proverbio bastante citado que nos enseña que debemos guardar nuestro corazón porque de él mana la vida. Sin duda alguna, proteger nuestros corazones es fundamental para nuestra salud física, emocional y espiritual, ya que además de ser el órgano humano más importante, es el centro de nuestras emociones, nos da sentido de propósito y nos ayuda a conectarnos cada vez más con el Señor.
Todos, en más de algún momento de la vida, hemos descuidado nuestros corazones; sin embargo, a pesar de lo que hayamos vivido, tenemos que entender que el Señor tiene la completa capacidad de tocar, transformar, cambiar y renovar nuestros corazones si se lo permitimos. He aprendido que, si tenemos malos pensamientos, tendremos malos sentimientos, lo que nos llenará de amargura, pero si nos llenamos de las promesas y el amor de Dios, nada nos turbará y seremos de bendición para otros.
El corazón debe ser como una caja fuerte en la que guardamos únicamente lo más preciado y valioso, así que llénalo de cosas buenas y positivas, de esta forma alejaras los sentimientos negativos que solo limitan los frutos de tu existencia. Para lograrlo, es vital que tengamos dominio propio, lo que nos ayudará a llenar nuestros sentidos, mente y corazón de lo bueno que el Señor tiene para cada uno de nosotros.
Si en las últimas semanas o incluso meses has tenido actitudes, pensamientos y palabras malas, quizá sea porque has guardado desechos en tu corazón. Por más difícil que sea, este es el momento oportuno para que la elimines de tu interior y le pidas al Señor que limpie profundamente todo lo que necesita del brillo que solo Él puede depositar en nosotros. Recuerda que todo lo que no construye deber echarse fuera, así que no permitas que las malas costumbres acechen tu vida.
Todos los seres humanos tenemos una herencia genética que nos traspasa rasgos físicos de nuestros antepasados. ¿Sabías que también tenemos una herencia sobrenatural que fundamenta las maravillas de Dios? ¡Claro que sí! Es maravillo saberlo, así que búscala en tu interior y cultívala rodeándote de personas que te ayuden a fructificarla. He sido muy bendecida porque recibí la herencia de la consolación, el perdón y la salvación, además de la sanidad y un esposo fuerte con quien he construido un sólido matrimonio fundamentado en Su Palabra.
Para proteger tu corazón del mal y vivir en plenitud, debemos ser constantes en nuestra aproximación con Dios y Su ministerio. Te animo a que no te resistas a Su perfecto y gran amor y a que le pidas que saque a relucir todo lo bueno que tienes dentro y dominio propio para que seas luz en las tinieblas. ¡Que Dios te bendiga!