Como seres humanos hemos sido llamados a amar al prójimo. Todos, a pesar de las circunstancias y momentos de tensión, amamos a nuestros padres, esposos, hijos, hermanos, abuelos, tíos, primos y amigos cercanos, por lo que, cuando alguno de ellos muere, el dolor es mucho más grande de lo que podemos imaginar. Sin embargo, la muerte es parte de la vida y debemos aprender a aceptarla.
La mayoría de las personas hemos atravesado la pérdida de un ser amado y, ante una situación así, todos reaccionamos de diferente manera. Hay quienes sienten un dolor más profundo y creen que nunca podrán superarlo, mientras que otros suelen encontrar la fortaleza que necesitan en Dios, mucho más rápido de lo esperado. La realidad es que es un proceso difícil que todos atravesamos de distinta forma en el que la compañía de las personas es importante, pero lo es aún más la del Señor y Su Espíritu Santo.
Sin duda, el profundo dolor es el precio de un gran amor, por lo que, si estás atravesando un momento complicado por la ausencia de un ser amado, es porque esa tristeza es la clara demostración del gran amor que sientes por ella. Ten la total certeza y seguridad de que el Señor no nos manda más de lo que podamos aguantar y que Él consolará y reconfortará tu corazón y alma, si se lo permites.
A veces las olas del dolor y las de la esperanza se persiguen una a la otra mientras chocan con las orillas del alma. Quiero decirte que, durante el duelo, solo quienes creemos en Dios Todopoderoso logramos entender la posibilidad de sentir un dolor tan profundo y al mismo tiempo tener una esperanza indestructible. Entendamos que está bien sufrir por la muerte de un ser amado y que también está bien tener esperanza, pues solo así lograremos atravesar el dolor de la mejor manera.
Es importante pedirle al Señor que nos llene de entendimiento y aceptación todos los días de nuestra vida, ya que no sabemos cuándo será el último día en la Tierra de las personas que amamos, ni el nuestro. Es reconfortante saber que cuando el cuerpo deja de funcionar, el alma no muere, sino que se va al reino de los cielos a vivir eternamente junto al Creador, quien nos ama como nadie en el mundo y tiene un plan perfecto para todos. Así que esa persona que hoy ya no está contigo, en este momento seguramente está disfrutando de esa hermosa vida eterna.
A los ojos de Dios, la muerte de un ser querido es importante. Date el tipo de gracia que solo Él otorga cuando atravesamos un duelo. Somos seres humanos con limitaciones físicas, emocionales y mentales, por lo que es fundamental que, ante la muerte de un ser querido, cuidemos aspectos básicos como beber agua, alimentarnos bien, hacer ejercicio y descansar.
Nunca olvides que, cuando sientas soledad en tu dolor, Dios siempre estará contigo.