Los seres humanos solemos ser impacientes y controladores, por lo que, cuando nos dicen que debemos aprender a esperar en el Señor, a algunos les incomoda. Hay personas que me han dicho que esperar a ver las promesas cumplidas se les dificulta, porque les causa muchísima incertidumbre no saber cuándo llegará la respuesta que tanto esperan. Sin embargo, aunque nuestros tiempos no siempre coinciden con los de Él, debemos caminar con la certeza de que Sus planes son perfectos.
Las Escrituras nos enseñan que el Señor es bueno con quienes esperan en Él, que no debemos desesperarnos, bajo ninguna circunstancia, y que creamos en Sus promesas en todo momento, puesto que cuando lo hacemos sembramos semillas que darán grandes frutos. Recuerda que la paciencia es un fruto del Espíritu Santo, el cual se cultiva con el tiempo, por lo que, cuando no lo desarrollamos, fácilmente caemos en desesperación e impaciencia.
Considero que todos, en distintas etapas de la vida, hemos tenido que esperar. Sin embargo, en medio de esa prueba que a veces se vuelve muy larga, he aprendido que lo más importante es confiar ciegamente en el Señor, a hablarle constantemente a mi alma para que se sujete cada vez más a Su Palabra, y a desarrollar más mi fe. No sé qué circunstancia estás atravesando en este instante, o qué estás esperando, pero te aseguro que si continúas depositando tu confianza en Él, verás Su pronto auxilio y eterno respaldo.
Lo espera es, básicamente, tener la esperanza de lograr algo o de que se lleve a cabo algún acontecimiento que deseas. En estos momentos en los que hay tantos problemas de distinta índole en el mundo entero, necesitamos milagros y confiar plena y exclusivamente en el Señor, quien es nuestra esperanza, roca firme y refugio, y quien nos permite visualizar un futuro lleno de paz y gracia.
Lo más importante es reconocer que si aprendemos a esperar pacientemente en el Señor, podremos ver Sus promesas. Te animo a que le hables a tu alma, para que todos los malos sentimientos como la tristeza, zozobra, frustración y duda, entre otros, salgan de tu vida. Debemos ser intencionales en mantener la alegría, gozo, paciencia y sujeción a Su Palabra para recibir lo que Él nos dará en el momento que ya lo tiene planificado.
Te animo a que, de ahora en adelante, cultives la paciencia para saber esperar en Dios, a través de la oración, intercesión y gratitud. Asimismo, estudia constantemente las Escrituras para fortalecer tu fe y confianza en Él, y acepta Su voluntad en todo momento porque es buena, agradable y perfecta. ¡Muchas bendiciones!