Tuve la dicha de conocer y crecer al lado de mi padre y mi madre, quienes, a pesar de sus desaciertos, me dieron todo lo mejor que pudieron y me enseñaron a ser una mujer esforzada, trabajadora e independiente desde muy corta edad. Gracias a Dios todavía tengo a mi lado a mi mamá, quien además ha desempeñado un papel extraordinario como abuela y como bisabuela. Es realmente una bendición.
Mercedes, mi amada madre, siempre ha sido un ejemplo a seguir en todo el sentido de la palabra. Durante la complicada etapa de la pubertad tuve sobrepeso y ella siempre procuró que me sintiera cómoda conmigo misma, por lo que confeccionaba ropa apropiada para mi figura y empezó a tener mucho más control sobre mi alimentación. De repente mi dieta alta en calorías fue reemplazada por alimentos más saludables, situación que sin duda no hubiera sido así sin su ayuda y dedicación.
Cuando cumplí quince años, mi mamá decidió que el mejor regalo para mí no era una fiesta, sino que ir a Estados Unidos a estudiar y perfeccionar mi inglés. Acepté su propuesta sin reproche alguno porque sabía que era lo mejor para mí y así fue. Todo aquello que desde pequeña sembró tanto en mí como en mis hermanas, nos hizo las mujeres que hoy somos.
Asimismo, mi madre confeccionaba ropa y era dueña de un salón de belleza. Ella me enseñó a coser y a confeccionar, y una de las cosas que ella decía es que toda costura y acabado deberían ser limpios. Esto significa hacer una costura en forma de zigzag en las orillas para que no se deshile. También me enseñó que en la alta costura uno no se puede usar variedad de telas en una misma pieza porque, al no ser de la misma composición, literalmente una de las dos, tarde o temprano, se desgarraría o descosería.
El tema de la costura impactó tanto mi vida que en mi segundo libro, Mírate bonita, mírate feliz. Una invitación a descubrir quién eres, realicé la analogía de la “destrucción” de la alta costura, en la que, en un capítulo entero, explico que todo trabaja en conjunto para destruir el diseño original de Dios, aunque esto afecte la calidad de una prenda de ropa. Además, fue el tema principal del pasado evento de “Mujer”. Todo esto fue posible por las enseñanzas de mi mamá.
En este momento de mi vida puedo decir que mi corazón de hija se siente completamente agradecido por cada bendición recibida. Por supuesto que no todas las etapas fueron color de rosa, pero aprendí a perdonar los errores de mis padres y a honrarlos para, en algún momento, ser merecedora de la vida eterna. Te animo a que llenes tu corazón de perdón y de amor porque ayudará a que tengas una identidad clara como hija.
El próximo sábado 22 de octubre, a partir de las 3:00 p.m., realizaremos la tercera reunión de “Mujer” de este año, bajo el tema “Corazón de hija”. Dios desea que no tengamos heridas en el corazón; así que, mujer, ese día te espero en Casa de Dios Fraijanes. ¡Habrá muchísimas sorpresas!