Soy fiel creyente de que somos lo que hacemos, por lo que es importante que nuestras palabras estén sustentadas en acciones, tanto en la vida humana como en la espiritual. Esto ayudará también a activar y manifestar nuestra fe, la cual debe ponerse constantemente en práctica para que veamos frutos.
La fe es fruto del Espíritu Santo, al igual que el amor, el gozo, la paz, la mansedumbre, la templanza y la benignidad. Es importante que entendamos que cada persona tiene una diferente medida de fe, la cual debemos fortalecerla día a día porque la fe sin obras es muerta. Con el paso de los años he aprendido que absolutamente todos necesitamos una fe viva que nos ayude a encontrar evidencias de la presencia de Dios y Su respaldo.
Para activar la fe, sin duda debemos ponerla en práctica, sobre todo cuando necesitamos un milagro. ¡Este es un buen momento para que lo hagas! No dejes que tu fe muera, por el contrario, trabaja con ella, muévela, compártela y ponla al servicio de quienes te rodean, ya que solo de esa forma crecerá.
Debemos tener siempre en mente que la fe es lo único que nos sostiene cuando hay angustia en nuestra vida. Ante una enfermedad o preocupación necesitamos esa fe que nos asegura la buena voluntad de Dios. Cuando uno de mis hijos era pequeño padecía de asma. En ese tiempo vivíamos en una casa húmeda y fría, por lo que su doctor siempre me decía que ese clima le ocasionaría constantes enfermedades. Al principio así fue y una noche que tenía mucha tos me llené de fuerza y coraje para ejercitar mi fe: comencé a reprender cada tosida que escuchaba. Al día siguiente noté que la enfermedad había desaparecido y nunca más sufrió por ella.
Ester es otro ejemplo de fe viva, ya que se presentó en la cámara de un rey cuando la ley no lo permitía. Se arriesgó a que la mataran, pero estaba llena del coraje que da la Palabra de Dios. Pagó el precio y fue exaltada. También Pedro fue otro hombre santo que activó y compartió su fe, pues le dijo al cojo acostumbrado a su discapacidad: “no tengo ni oro ni plata, te doy fe en Cristo Jesús, levántate”, y el cojo comenzó a caminar.
¡Hoy más que nunca necesitamos activar nuestra fe! Te invito a que a partir de hoy seas de esas personas que desafíen al mundo con la fe que Dios nos ha dado. Es cierto que hay un precio que tendremos que pagar, pero definitivamente vale la pena hacerlo, puesto que nuestra fe puede llegar a ese punto crítico y Dios puede probarnos para después proveernos.