Las mujeres tienen la capacidad de transmitir enseñanzas a sus hijos para que puedan conducirse con sabiduría en la vida. Ser madre es un privilegio que conlleva grandes responsabilidades. Si Dios nos da la bendición de ser mamás, ¿cómo no nos ayudará a hacerlo de la mejor manera?
Con su ejemplo nuestras madres nos han enseñado a luchar por las personas que amamos y a mantenernos fuertes ante la adversidad. Es incalculable la cantidad de lecciones que nos dan durante toda la vida: paciencia, generosidad, misericordia, perseverancia y sabiduría son algunas de las virtudes que nos transmiten a través de sus enseñanzas.
En la Biblia encontramos la historia de tres madres dignas de imitar. La primera es Raquel. Ella vivió un proceso difícil de esterilidad durante mucho tiempo, lo cual produjo tristeza y frustración en su corazón. A pesar de que tenía un esposo que estaba dispuesto a luchar y esforzarse por ella, su felicidad no estaba completa por la esterilidad que padecía. Debemos reconocer la importancia que tiene un hijo para la vida de las madres, solo así podremos dejarles un buen legado.
Otra madre ejemplar que mencionan las Escrituras es Jocabed, madre de Moisés. Ella vivió un tiempo difícil en donde el rey mandó a matar a todos los recién nacidos. Imagínate la angustia que pudo haber sufrido, pero en el momento de mayor necesidad acudió a la Palabra de Dios. La mejor decisión que podemos tomar en medio de la adversidad es acudir a Él. Todo lo que Jocabed planeó para cuidar a su hijo le salió bien porque la voluntad del Señor era protegerla a ella y a su descendencia. Preservar la vida de Moisés fue lo que permitió que todo el pueblo de Israel fuera libre de la esclavitud. No tenemos idea de lo trascendental que puede ser proteger a nuestra familia.
Las enseñanzas que les damos a nuestros hijos los dirigen durante toda su vida. Lo que sembramos en la juventud de los niños se reflejará en su vida adulta. Es crucial la tarea que realiza cada madre, sus enseñanzas tienen la capacidad de bendecir a las siguientes generaciones.
El apóstol Pablo quería avivar a Timoteo y le recuerda la fe que había tenido su madre Eunice y su abuela Loida. Transmitámosles fe a nuestras generaciones, es lo más valioso que les podemos heredar. Con nuestro ejemplo nos aseguramos de que se transmita generación tras generación.
Raquel, Jocabed y Eunice pasaron momentos difíciles, pero en cada una de las transiciones que experimentaron como madres Dios las acompañó y ayudó a formar a sus hijos. Él está contigo en esta tarea de ser madre y te guiará para formar hombres y mujeres de fe.