En este mes muchos países del mundo celebramos el Día de la madre y quiero aprovechar este espacio para reconocer y honrar a todas las mamás que han contribuido con el pilar de la sociedad: la familia. A pesar de que no es tan fácil como parece, la maternidad es uno de los regalos más bellos que Dios nos otorgó a las mujeres.
Solo quienes hemos tenido la bendición y el privilegio de concebir podemos entender a ciencia cierta el amor de una madre. Desde antes de tener en brazos a nuestro primer hijo ya somos dadoras de un amor generoso, infinito y lleno de sacrificios que se adapta a cualquier situación. Como madres hacemos a un lado nuestras rutinas y las cosas que nos gustan con tal de ver bien a nuestros hijos.
El Señor además nos obsequió la capacidad de transmitir enseñanzas a nuestros hijos para que puedan conducirse con sabiduría en el diario vivir. La educación que les damos los dirigen durante toda su vida, de forma que lo que sembramos en ellos desde que son niños se reflejará durante su adultez. Es por ello que se vuelve crucial la tarea que realizamos como madres, pues lo que les enseñamos puede incluso bendecir a las siguientes generaciones y, por consiguiente, dejar un legado.
Con nuestro ejemplo esforcémonos y trabajemos por darles el mejor ejemplo a nuestras próximas generaciones, ya que es lo más valioso que les podemos heredar. Ten la total certeza de que el Señor te acompaña y ayuda en todo momento, por lo que estoy segura de que será tu guía para que formes a tus hijos en hombres y mujeres de fe.
Es increíble ver a tantas madres que han podido conducir su hogar, supervisar tareas escolares y desempeñar sus atribuciones labores con responsabilidad, sobre todo desde que inició la pandemia. Sin duda ese esfuerzo extra, energía, paciencia y amor han valido la pena y, tarde o temprano, ellas serán recompensadas por el Señor que todo lo ve. Los hogares no serían lo mismo sin nosotras, las mamás.
Asimismo, agradezco el esfuerzo, dedicación y amor de mi madre Mercedes, quien nunca se dio por vencida a pesar de las adversidades. Dios le retribuyó enormemente su dedicación por habernos enseñado a mis hermanas y a mí a volar alto. A través de su vida y ejemplo aprendí desde muy jovencita a valorar el trabajo de las mujeres que hacen lo que esté a su alcance para salir adelante, ¡y más cuando se trata de darles a sus hijos las oportunidades que ellas nunca tuvieron!
¡Gracias a Dios yo sigo disfrutando de mi madre! Si aún tienes a tu mamá cerca, aprovecha cada instante a su lado, pues son momentos de mucho aprendizaje que luego puedes transmitirle a tus hijos y que se llevan grabados en el corazón y en la mente. De igual forma, hazle saber cuánto la amas y cuánto valoras los sacrificios que ha asumido por amor a ti, ya que es un buen momento para reconocer y honrar su entrega.
¡Feliz día a todas las madres del mundo!