Uno de los deseos del Señor siempre ha sido orientarnos y corregirnos para que obtengamos entendimiento y vivamos mucho mejor, pues casi todo en la vida tiene que ver con pensamientos que influyen en nuestra conducta diaria, la cual es indispensable al momento de tomar decisiones. Con el paso de los años he entendido que la fórmula que nunca falla para progresar en la vida es comprender y aceptar la cariñosa corrección que el Señor desea darnos y agradecerla siempre.
De igual forma la corrección que dan los padres es importante para recibir entendimiento tanto en la vida diaria como en el espíritu. Muchas personas tuvieron padres muy estrictos. Mi esposo, por ejemplo, recibió una educación basada en la disciplina por parte de su madre, lo cual le ayudó a formar un carácter íntegro y luchador; mientras que yo, en cambio, tuve padres consentidores, mas no permisivos, lo cual también hasta la fecha agradezco.
Todas las personas aprendemos de forma diferente y en consecuencia debemos ser corregidas también de forma diferente. Yo aprendí a educar a mis hijos según sus características individuales. Uno de ellos fue un niño bastante preocupado, por lo que cada vez que lo corregía sufría tanto que me daba lástima, pero debía continuar porque su temperamento suave necesitaba adquirir esa fortaleza que le ayudaría a enfrentar las situaciones difíciles de la vida.
Como pastora me he topado con muchas historias difíciles de comprender. He sido testigo de familias esforzadas que ofrendan y diezman cumplidamente pero que han sufrido circunstancias difíciles como robos e injusticias. Aunque cuesta entender situaciones como esta he aprendido que el Señor aprovecha cualquier adversidad para enseñarnos e intervenir en nuestra vida con formas que van más allá del entendimiento humano.
Las Escrituras nos enseñan que Dios quiere que el malo entienda y corrija su conducta, por lo que si aborreces a quien te corrige eres un escarnecedor, pues las personas que se preocupan por ti lo hacen para ayudarte a comprender lo que sucede y así puedas regresar al buen camino.
Es un buen momento para que ordenes tus pensamientos y revises tu conducta antes de fijarte en la de los demás. La corrección y el entendimiento debe suceder de forma recíproca entre tú y tus semejantes.
Dios desea llevarte por el camino de la vida eterna aunque en tu inquietud te hayas trazado muchos otros caminos. Él abrirá tu mente para ayudarte a ponerla en orden y lograr que tus pensamientos sean como los Suyos. Te enseñará y corregirá para que además de entendimiento alcances la sabiduría, la cual te ayudará a comprender tus circunstancias y progresarás humana y espiritualmente. Dicen que “a paso dado no hay quite”, así que no te detengas y atrévete a cambiar y a mejorar sin miedo alguno.