¿Alguna vez has descuidado tu arreglo personal por falta de ánimo? Creo que a todas nos ha sucedido más de alguna vez, sobre todo en este tiempo de confusión y de cambios a causa de la pandemia y el confinamiento. No sé si a todas las mujeres les pasa igual, pero a mí, el simple hecho de bañarme, peinarme, maquillarme y ponerme un lindo atuendo me levanta el ánimo.
Es normal que en los últimos meses hayamos experimentado sentimientos de pereza, frustración, enojo, tristeza y hasta depresión porque nunca habíamos vivido una situación como la que se presentó este año, pero eso no debe ser motivo para que descuidemos nuestro interior y exterior, y que nuestros ánimos decaigan. Nuestra forma de arreglarnos (o de no hacerlo) es el reflejo de cómo nos sentimos.
Dios nos regala la vida, por lo que nosotras decidimos el ánimo que le queremos poner a nuestros días. Independientemente de si el día está soleado o nublado debemos esforzarnos por sentirnos bien en todo momento. Hay una enorme diferencia entre hacer lo que debes hacer por cómo te sientes, y hacerlas por cómo te quieres sentir; así que te animo a que de ahora en adelante te enfoques en sacar adelante a la mujer que quieres ser.
Además es vital que vivamos con la convicción de que Dios nos da la sabiduría, la gracia, la fe y el ánimo que necesitamos diariamente. En mi caso, nunca me he acostumbrado a pasar un día entero en pijama cuando estoy en casa. Recuerdo que cuando di a luz a mi hija Ana Gabriela, a eso de las 11:00 a.m. yo seguía vestida con ropa de dormir, por lo que mi hijo Juan Diego, quien desde pequeño me ha dicho lo mucho que le gusta verme arreglada, me dijo: “Mamá, no te has cambiado hoy”.
Y es que a mí siempre me ha gustado estar cambiada y arreglada desde temprano. Desde que yo era niña mi mamá me lo enseñó y hace muchos años se convirtió en una costumbre. Es algo que verdaderamente le agradezco ya que hasta el día de hoy me ha ayudado muchísimo a sentirme mejor conmigo misma. Por supuesto que a veces dan ganas de vestir ropa cómoda y ¡está bien! Cuando eso me pasa, suelo ponerme ropa para hacer ejercicio.
Todos estos detalles nos pueden ayudar para que el tiempo que permanezcamos a solas en casa sea agradable en medio de las preocupaciones. Es en este lugar donde tenemos lo más importante de nuestra vida, en donde creamos valores y rutinas y en donde somos realmente nosotras.
Recuerda que tu identidad y tu buen ánimo no dependen de objetos materiales, de personas, de un empleo o de una cultura, sino única y exclusivamente de lo que Dios te dio y de lo que tú puedes hacer para sentirte mejor. Cuídate y arréglate para sentirte como quieres sentirte. ¡Dios está contigo!