Nuestras palabras deben sustentarse en acciones. Esto es verdad tanto en la vida natural como espiritual. Hay personas con mucho tiempo en el Evangelio pero sin frutos y nuestra fe debe ser activa. Sin fe es imposible agradar a Dios. Somos Sus hijos y debemos creer en las promesas que tiene para nuestra vida. Todos debemos manifestar nuestra fe, tanto líderes como ovejas. Debemos tener una fe más allá de lo natural que puedas poner en práctica para lo que venga.
Recuerda que la fe es fruto del Espíritu Santo, al igual que el amor, gozo, paz, mansedumbre, templanza y benignidad. Además, ten presente que cada uno tiene una diferente medida de fe y debemos fortalecerla día a día. Pongámosla en práctica cuando necesitemos un milagro.
Nuestra fe sin obras es muerta. Todos necesitamos fe viva que nos ayude a encontrar evidencias de la presencia de Dios y su respaldo. Eres un creyente, hijo de Dios vivo, así que no puedes quedarte pasivo sin hablar o buscar la oportunidad de bendecir a alguien para que el nombre del Señor sea glorificado. Activa tu fe para que no muera, trabaja con ella, muévela y compártela, sólo de esa forma crecerá.
La fórmula para que nuestra fe crezca es ponerla al servicio de otros para que sea útil. Si sientes que tu fe no crece, seguramente la razón es que la tienes guardada y no la compartes. Ponla por obras y en acción para que se multiplique.
La fe nos sostiene cuando hay angustia en nuestra vida. Ante una enfermedad o preocupación, necesitamos esa fe que nos asegura la buena voluntad de Dios. Ponla en práctica. Por ejemplo, uno de mis hijos padecía asma y cuando nos cambiamos de casa a un lugar más húmedo y frío, los doctores me aseguraban que le afectaría mucho y se enfermaría constantemente. Al principio así fue y una noche que tenía mucha tos, me llené de fuerza y coraje para ejercitar mi fe. Comencé a reprender cada tos que escuchaba, prácticamente me la pasé reprendiendo la noche entera porque cada vez que tosía yo clamaba al Señor. Al día siguiente noté que la tos se había ido y nunca más sufrió por el asma. Ahora ni suéter le gusta ponerse. Activa tu fe para que sea de bendición a tu alrededor.
La fe puede traer salvación. Esta mujer era María Magdalena que honró a Jesús con la fe de que podía perdonar sus pecados y salvarla. Obtuvo lo que buscaba y más aún porque el Señor hizo de ella una mujer nueva.
Pide por la fe de tu familia porque la promesa es que tú y tu casa serán salvos. Necesitas fe para ver resucitar al muerto, sanar al enfermo y convertirse al pecador. La unción es fruto de una fe viva y poderosa.
Pídele que te ayude a aumentar tu fe. Él lo ha prometido y lo cumplirá. La ha depositado en nosotros para que la hagamos funcionar. Asume una actitud responsable ante la fe que te ha dado y compártela con las personas a tu alrededor, no te la guardes. Declara palabras de fe para que Él derrame Su santa unción sobre tu casa y todos den abundante fruto de gracia. Es tiempo de que tu vida sea testimonio y evidencia de la fe que te identifica como Su hijo amado. Pídele que te use para ser instrumento de Su amor.