Dicen por ahí que las mujeres hablamos unas 20 mil palabras al día y que superamos a los hombres por mucho. Parece que somos comunicadoras por naturaleza.
Si lo que decimos va encaminado a bendecir, ¡imagina lo que nuestras palabras pueden hacer en el ánimo de quienes nos rodean! Pero también hay que ser sinceras y reconocer que, cuando esas palabras no van sazonadas, tienen la capacidad de provocar mucho daño.
Es importante asumir el papel que jugamos en la vida de nuestros esposos e hijos, amigas, líderes y compañeras de trabajo. En todas las áreas podemos ser una fuente de bendición. Observa las veces que tu hijo acude a ti para que le des un consejo, las ocasiones en las que tu esposo llega a ponerte al día de su jornada laboral o cuando tu amiga te llama para que la consueles. Si te sientes identificada con esos ejemplos significa que eres una mujer que ha sabido escuchar a todos y brindar palabras sabias en los momentos oportunos.
En este tiempo que vivimos necesitamos rodearnos de personas que sazonen bien sus palabras. El mundo parece estar lleno de malas noticias e información que nos aflige y nos quita la paz, así que comunicar buenas noticias que llenen de ánimo a todos en el hogar es una tarea trascendente.
Claro, no es fácil, porque podemos ser víctimas de las circunstancias y ser afectadas por las múltiples responsabilidades que nos toca cumplir, como llevar la oficina en la casa, coordinar los quehaceres del hogar, las actividades académicas de los hijos y atender al esposo… Sí, todas esas actividades no cesan, pero se puede. Aunque habrá días en que las palabras nos quieren salir de la boca sin filtro, debemos procurar que no sea muy seguido.
Antes era muy común decir que las palabras se las lleva el viento, pero hoy sabemos que no porque dejan huellas en el corazón de quienes las reciben, así que también el tono en que decimos las cosas es determinante. La Biblia enseña que hay palabras que son como golpes de espada y otras que son como medicina (Proverbios 12:18).
Recuerda: de la abundancia del corazón habla la boca, así que una vez más te invito a que acudas a Dios, tu Padre, para que diariamente seas transformada y renovada por Él y puedas exteriorizar palabras sazonadas con amor y sabiduría. ¡Inténtalo! Sé que el Señor te escuchará.