La Palabra del Señor constantemente nos está exhortando a orar de forma efectiva. Aprender a orar bien es uno de los propósitos que todo cristiano debería tener. El Señor nos ha otorgado amor, misericordia y autoridad a través de Su sacrificio en la cruz; todo esto lo debemos poner en práctica al momento de orar por lo demás.
Dios manifiesta Su poder desde el momento en que nos disponemos a doblar rodillas para clamarle. Tengamos la seguridad de que Él escucha y atiende nuestras oraciones en todo momento. Debemos confiar en que nos dará la victoria en medio de las pruebas, sin importar las malas noticias que podamos escuchar en el camino.
Ezequías sabía que no contaba con los recursos necesarios para ganarle la batalla a su adversario, por eso acudió al Señor. Lo que marcó la diferencia en la vida de él fue la oración que hizo en medio de la adversidad. ¿Qué es lo primero que hacemos cuando estamos atravesando problemas? Acerquémonos a Dios confiados en que cada oración que hacemos será respondida en el momento oportuno.
Ezequías creyó que Dios iba a respaldarlo y así lo hizo: en un instante, todos sus enemigos fueron derrotados. La oración de una persona es capaz de provocar las más grandes victorias. ¡Confiemos que el Señor luchará la batalla por nosotros!
Dios puede librarnos de la enfermedad, la escasez y cualquier otro problema. No tengamos temor porque Él cuida de nosotros. En medio de la crisis tengamos la confianza de acudir a Su presencia.
El Señor nos quiere dar paz en medio de la adversidad para que podamos tomar buenas decisiones y salir adelante. Entreguémosle a Él todo afán a través de nuestras peticiones. La adversidad no determina la vigencia de Sus promesas, podemos estar seguros de que Él cumplirá Su propósito en nosotros.