Una promesa es una semilla

Una promesa es una semilla

2 Corintios 1:19-20 dice: “Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él; porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios”.

Las promesas son la expresión de la voluntad de dar o hacer algo por alguien. Como seres humanos solemos confiar en quien nos promete algo, pues nos causa emoción, expectativa y hasta tranquilidad, sobre todo si confiamos en esa persona. Sin embargo, debemos entender que nuestra confianza absoluta únicamente debemos depositarla en Dios, pues Él es el único que jamás nos fallará.

Si quieres tener un manzano necesitas tener la semilla, llevarla a la tierra, sembrarla y esperar con paciencia hasta que dé fruto. La Palabra del Señor nos enseña que la semilla ya contiene vida en sí misma, pero es el ser humano quien la siembra y Dios quien la hace crecer. Así también son Sus promesas: nosotros ponemos la fe y la obediencia, y Él se encarga de cumplir lo que ha prometido.

Una de las promesas más hermosas de Dios es la salvación. La Biblia nos enseña que si creemos en nuestro corazón y confesamos con nuestra boca que Jesús es el Señor, seremos salvos. Esta es la promesa que recibimos cuando damos ese primer paso de fe mediante la oración. Sin embargo, no debemos quedarnos solo ahí, pues la salvación es el inicio de un camino en el que debemos seguir creyendo y confiando en que Él tiene mucho más preparado para nosotros.

Cualquier persona que escucha las promesas de Dios, las cree y las confiesa con su boca, recibirá fruto. Cuando recibes una promesa de sanidad, por ejemplo, debes creer todas las palabras que Él escribió al momento de declararlas. Romanos 10:17 dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”. Este versículo nos recuerda que la fe y la confesión desatan el poder de Sus promesas.

Por otro lado, la Palabra dice que nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra huestes espirituales de maldad, y que hay un devorador que busca robarnos, destruirnos y hasta matarnos, por lo que debemos equiparnos con las promesas de Dios en todo momento. Cree y declara cada día que hay promesas para todas las áreas de tu vida.

1 Pedro 1:3-7 dice: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor”.

Sin duda debemos esforzarnos en aprender de Su Palabra cada día más y en activar Sus promesas para saber cómo vivir la vida abundante que Él nos prometió. Recuerda que la falta de buenos amigos, de disciplina y de perdón, y además el alejamiento de la iglesia, entre otras situaciones, provocan que ya no creamos en Él y en lo que ya nos prometió.

Salmos 103:1-3 dice: “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias”.

Dios hizo milagros de sanidad que podemos leer en el Antiguo y en el Nuevo Testamento, y los seguirá haciendo hasta el último día porque prometió bendecirnos. Confía en que recibirás los milagros que tanto anhelas porque Él, tarde o temprano, cumplirá y reafirmará Su sacrificio en la cruz del Calvario. Nuestro Padre es el mismo ayer, hoy y siempre, así que, cuando sientas que tu fe está desvaneciendo, acércate con humildad a Él y confía en que todo aquello que te prometió se cumplirá. ¡Bendiciones!