Una vida sin ansiedad

Una vida sin ansiedad

Vivimos en un mundo tan cambiante en el que hay saturación de información y en el que solemos sentirnos expuestos, pues estamos conectados a las redes sociales, a la coyuntura mundial y a la sobrecarga de mensajes y llamadas de todo tipo. La sensación de no tener momentos de calma influye negativamente en nuestro sistema nervioso y nos mantiene en un estado de alerta casi permanente, lo que provoca altos niveles de ansiedad. Es preocupante saber que, en la actualidad, hay millones de personas que la experimentan de forma crónica o aguda, ya que les resulta difícil dominarla y salir de ella.

Adicionalmente, existen muchas otras situaciones que han afectado en gran manera nuestro diario vivir, como la incertidumbre causada por problemas económicos, laborales o de salud, la presión social y la comparación en las que miles suelen caer, y la falta de conexión real con personas que influyan sobre nosotros para bien, entre otros. El simple hecho de permanecer todo el día conectados a la tecnología ha hecho que muchísimos experimenten soledad o que solo accedan a relaciones superficiales en las que hay una evidente carencia de amor, de verdad y de apoyo.

Como creyentes, por más difícil que resulte, debemos tener siempre en mente que los tiempos de Dios son perfectos y que, si confiamos plenamente en Él y en Su inmenso poder, en su debido momento, Sus promesas se harán realidad. Por supuesto que, para la mayoría, la espera es difícil, ya que, como seres humanos solemos apresurarnos y anhelar que las cosas sucedan rápidamente, pero tenemos que entender que para que Él nos dé lo que nos prometió, debemos desarrollar la virtud de la paciencia. He aprendido que cuando estamos listos para recibir, producir y fructificar es cuando recibimos sus bendiciones.

Este es un buen momento para que le confíes a Dios tu futuro, pues Él te dará lo mejor porque te ama y desea verte bien. Si le entregas tu vida entera, el tamaño de tu problema ya no importará, pues Él dirigirá tu camino y cada uno de tus pasos, y evitará que tu pie tropiece a pesar de que hayas tomado malas decisiones. Aunque el enemigo y el mundo quieran seguirte atacando con ansiedad, aférrate a la promesa de que Él te llevará al lugar correcto, así que dale el primer lugar que merece en tu vida.

Si has tenido fuertes episodios de ansiedad y hasta has llegado a tomar medicamento para remediar ese pesar, te animo a que descanses tu corazón en la voluntad de Dios, la cual es buena, agradable y perfecta. Es importante que reconozcamos que solo con nuestras fuerzas humanas, las cuales son escasas, jamás saldremos de lo que nos acecha, sino que necesitamos de Él para vencer todo temor. Permite que Él tome el control de la situación que estás atravesando y esfuérzate en desarrollar tu fe cada día más, ya que, cuando nuestra fuerza se acaba, mediante el tamaño de nuestra fe, Él comienza a obrar. ¡Bendiciones!