El poder de la oración efectiva

El poder de la oración efectiva

A veces, con las prisas y los quehaceres diarios, olvidamos lo primero que tenemos que hacer para bendecir nuestro día: orar. Realizar una oración pequeña al despertarnos mejora nuestro ánimo y nuestro entorno, por lo que siempre aconsejo hacerlo. Además de ello, tomarnos algunos minutos más, ya sea en la mañana, en la tarde o en la noche para leer las Escrituras o algún plan bíblico y entrar en intimidad con Él, es fundamental para desarrollar nuestra fe y alcanzar nuestro propósito.

Como cristianos debemos reconocer la importancia de buscar al Señor en la intimidad y de mantenernos en Su presencia constantemente. Él conoce nuestras necesidades, por lo que desea que nos acerquemos y dirijamos a Él en soledad para que lo conozcamos cada vez más y vivamos con la seguridad y certeza de que nos escucha y cumplirá Sus promesas. Todos atravesamos momentos de dificultad a lo largo de la vida y es en esas etapas en las que debemos orar sin desmayar y buscarlo en la intimidad, pues es una experiencia maravillosa que abre la puerta a los milagros.

A muchos nos han enseñado que si insistimos lo suficiente, obtendremos respuesta a nuestras oraciones; sin embargo, si oramos únicamente desde esa perspectiva, lo hacemos de forma parcial. La oración efectiva y completa consta de tres pasos: 1. La comunión que tenemos con el Señor; 2. Presentarle nuestras necesidades; y 3. Pedir por nuestro adversario. Muchas veces, el tercer paso no lo llevamos a cabo porque la realidad es que es difícil pedir por nuestros enemigos, pero debemos hacerlo porque libera nuestros corazones del rencor, resentimiento y amargura, y es la clave para inhabilitarlos, puesto que desactivamos todas las herramientas que el enemigo utiliza para hacernos daño.

El Señor nos dio las armas para ganar las guerras espirituales que se presenten en nuestras vidas y la principal de ellas es la oración. Recuerda que, así como existe el bien, existe el mal, por lo que el enemigo siempre tratará de robarnos todo lo que nos pertenece.  No obstante, si buscamos a Dios en oración de manera constante, recibiremos lo que necesitamos para salir victoriosos porque somos Sus escogidos. No hay nada mejor que reconocer que, si le creemos en todo momento, Él hará justicia por nosotros.

La Palabra nos enseña que el que practica el pecado es del diablo porque él peca desde el principio, pero que el Hijo de Dios apareció para deshacer las obras del diablo. Lo glorioso de esta verdad es que Jesús vino para eliminar todo lo que el enemigo ha levantado en contra de nosotros. Acércate a Él en oración, cuéntale tus necesidades y pide por tu enemigo para que toda mala obra en tu vida sea rota. Recuerda que orar no es solo hablar, sino que es posicionarnos y declarar a quién le damos el control y la autoridad de nuestras vidas. ¡Cédele el terreno de tu espíritu, alma y mente únicamente al Señor mediante la oración efectiva! ¡Bendiciones!