Josué 6:25-27 dice: “Mas Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó. En aquel tiempo hizo Josué un juramento, diciendo: Maldito delante de Jehová el hombre que se levantare y reedificare esta ciudad de Jericó. Sobre su primogénito eche los cimientos de ella, y sobre su hijo menor asiente sus puertas. Estaba, pues, Jehová con Josué, y su nombre se divulgó por toda la tierra”.
Cuando sabemos cuál es nuestra configuración, aceptamos la asignación, en donde encontramos para qué fuimos formados y obtenemos realización. A pesar de los tiempos difíciles que estamos viviendo a causa del pecado y la maldad, la gloria de Dios sigue creciendo, pues está levantando a nuevas generaciones para que le sirvan en todo momento.
Génesis 1:26 dice: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra”.
Cuando comprendemos el verdadero concepto de las palabras imagen y semejanza, entendemos lo que es una identidad transformada por Cristo Jesús. En la actualidad, hay muchas personas que quieren hacernos creer que los seres humanos venimos del mono o del big bang, pero no, venimos única y exclusivamente de la imagen y semejanza de Él.
Mi madre me enseñó muchísimas cosas desde temprana edad, una de ellas fue aprender a coser. Me dijo que todas las costuras tienen que estar limpias y terminadas para que las prendas puedan ser usadas, sin embargo, las modas de ahora son todo lo contrario al orden y recato. En la actualidad, el mundo intenta destruir el diseño original de Dios.
El Señor nos creó y diseñó con identidades únicas, por lo que debemos tener seguridad en nosotros mismos para ejercer influencia positiva sobre los demás. Si no sabemos cómo somos y lo que Él nos otorgó, será muy difícil que seamos libres para bendecir a otros. No es casualidad que tengamos una identidad, que hayamos nacido en las familias en las que nacimos, que nos hayan educado de la forma en la que lo hicieron y que nos congreguemos en la iglesia en la que estamos, pues todo tiene un enorme propósito.
En la asignación hay temores y errores porque como seres humanos solemos apresurar las cosas para adelantarnos a la voluntad de Dios, pero la realidad es que Su voluntad la vemos en el momento en el que tenemos una realización, desafíos, retos, dificultades y experiencias. Esto hace que maduremos y que nos convirtamos en mejores personas.
Hace muchos años, cuando mis hijos aún estaban pequeños, comenzaron a surgir dudas en mi vida respecto a todas las decisiones que hasta ese momento había tomado. Muchas veces, los desafíos y retos nos hacen dudar sobre cómo estamos llevando cada área de nuestras vidas, pero el Señor nos dio una identidad para afrontarlos conforme a Su voluntad y jamás nos dejará solos.
Tenemos el enorme reto de no destruir nosotros mismos el diseño original de Dios, por lo que, bajo ninguna circunstancia debemos reprimirnos, dañarnos ni atacarnos con pensamientos banales. Él desea que nos enfoquemos en lo que nos corresponde hacer y en que desempeñemos cada uno de nuestros roles con la mejor actitud, confiando plenamente en Sus planes.
Proverbios 31:10-12 dice: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. El corazón de su marido está en ella confiado, y no carecerá de ganancias. Le da ella bien y no mal todos los días de su vida”.
Hace algunos años empecé a entender de mejor manera la asignación de Dios en mi vida. Mi mamá me enseñó a ser independiente y esforzada, por lo que estudiar y graduarme para ser una mujer profesional fue prioridad. Sin embargo, cuando conocí al Señor y decidí obedecerle en todo momento, tuve que someterme a Su voluntad y no a la mía. Fue una gran decisión porque es la mejor herencia que le dejaré a mis generaciones.
Dios quiere que seamos hombres y mujeres de bendición y que encontremos nuestro propósito. Muchas veces, en medio del dolor y deficiencias, Él nos usa para bendecir a otros. Este es un buen momento para que trabajemos con mente, carácter y fe para darle sentido a nuestras vidas, así como para aprender a esperar en Sus tiempos, los cuales son perfectos.
Reconoce el potencial que hay en ti y permítele al Señor que transforme tu corazón para que disfrutes la realización de cada etapa de tu vida.