“No cuentes tus años solamente, haz que tus años cuenten”, dijo el novelista y poeta inglés, George Meredith. Me encanta esta frase célebre por el profundo significado que tiene que va mucho más allá de la simple medición del tiempo, ya que nos invita a enfocarnos en acumular experiencias de vida que nos enriquezcan como personas, en lugar de la cantidad de años que el Señor nos regala en la Tierra.
Dentro de cuatro días cumplo un año más de vida, lo que me hace reflexionar sobre todo lo que he alcanzado y vivido a lo largo del tiempo. Realmente me siento agradecida con el Señor por permitirme llegar a esta edad tan maravillosa y por la oportunidad que me ha brindado de aprender de mis experiencias, superar desafíos y convertirme en la mejor versión de mí misma. Sin duda alguna, vivir para Él y el crecimiento personal que he obtenido a través de esta forma de vida ha hecho que mis años cuenten.
Cada 19 de mayo me digo a mí misma que debo vivir siempre conforme a la voluntad de Dios para lograr mi misión en la Tierra. Este fecha ha sido un constante recordatorio de que cada año de vida que Él me regala es una nueva oportunidad para llenarme de más experiencias enriquecedoras, madurez, aprendizajes y muchísima resiliencia para aprovechar mi estadía en la Tierra.
Sin duda alguna, todos los seres humanos fuimos creados a la perfecta imagen y semejanza de Dios, quien nos ama como nadie más lo hace. Por ello nacemos únicos e irrepetibles, con cualidades y personalidades únicas que nos permiten convertirnos en seres llenos de integridad, fuerza, decisión y con sentido de supervivencia para levantarnos ante las adversidades que se presenten a lo largo de la vida.
Puedo decir, con tremendo orgullo, que cada día que pasa me siento mucho mejor conmigo misma y sumamente orgullosa de la mujer, hija, hermana, esposa, madre, abuela, líder espiritual y amiga en la que me convertido. No soy perfecta, por el contrario, soy imperfectísima, pero me esfuerzo diariamente por hacer el bien, por honrar al Señor con palabras, acciones y pensamientos, y por llevar las Buenas Nuevas a toda persona y nación.
Siempre he dicho que la mejor edad es cuando dejamos de cumplir años y empezamos a cumplir sueños. Por supuesto que, en la edad en la que yo me encuentro, las arrugas, las canas y los eventuales achaques se vuelven inevitables; sin embargo, he aprendido a amarme y aceptarme en todas las etapas de mi vida, reconociendo mi identidad en Dios.
La vida es el regalo más bello que Dios nos ha dado, por lo que te animo a que aproveches cada instante como si fuera el último. No gastes tu tiempo en personas y situaciones que solo te restan, sino que, más bien, ocúpate en honrar a Dios, amar con fuerza, ser mejor, dar la milla extra en todo que haces y en disfrutar. ¡Muchas gracias por celebrar conmigo un año más de vida!