Solemos creer que el verdadero concepto del amor lo encontraremos con nuestra pareja, pero esa es solo una parte, no lo es todo. Existen muchas clases de amor: el que se da entre padres e hijos, entre abuelos y nietos, y el que se da entre amigos, entre muchos otros.
La Palabra de Dios dice que Él es la fuente del amor, de la justicia, de lo divino y de lo santo. El amor es aceptar que Dios es esa fuente del verdadero amor, es dejar que nuestro corazón sea sano para recibir Su amor y ser transformados, y es seguir Sus mandamientos.
1 Juan 4:7-8 dice: “Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor”. Asimismo, 1 Juan 16:27 dice: “Pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios”.
Para conocer el verdadero amor tenemos que estar conscientes de que la fuente del mismo es Dios. Romanos 8:38-39 dice: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”.
El mismo Dios nos enseña la capacidad que tenemos de amar al prójimo, la cual muchos no llegan a descubrir. Es importante que nos demos la oportunidad de conocer el verdadero amor de Dios, el cual nos da nuevas fuerzas y restaura todo nuestro interior, para que nuestro corazón sea sano.
Marcos 12:30-34 dice: “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos. Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle”.
Además de amar a Dios sobre todas las cosas y de amar al prójimo como a nosotros mismos, debemos creer y comprometernos con acatar Sus mandamientos. En todo momento tenemos que decirle “sí” a Él, quien nos da las fuerzas necesarias para sacrificar lo que tengamos que sacrificar, obedecerlo y servirle.
Nuestros cuerpos son templo del Espíritu Santo, por lo que en todo momento debemos tener dignidad y pudor, y amarnos tal como Él nos creó. Recuerda que el primer lugar en nuestras vidas lo debe tener el Señor, pues solo así lograremos experimentar de la mejor manera el resto de las clases de amor en las distintas etapas de vida.
Cuando tenía alrededor de 17 años, yo no quería tener novio, únicamente quería servir al Señor. Sin embargo, cuando vi a mi esposo por primera vez, se me olvidó por completo lo que en algún momento había deseado, pero Él ya había visto cómo mi corazón había madurado porque lo había puesto en el primer lugar de mi vida. Si queremos recibir la bendición de ser prósperas en todo lo que hagamos, debemos tener un corazón sano y estar dispuestas a recibir el amor de Dios.
Juan 14:23-26 dice: “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.
Es sumamente importante que guardemos en nuestros corazones la Palabra del Señor y de formar parte de una iglesia, pues es el lugar en el que podemos recibir el verdadero amor de Dios, el cual sacará lo mejor de cada persona. Además, si seguimos Sus mandamientos, Él nos bendecirá en cada faceta de nuestras vidas.
Efesios 3:14-19 dice: “Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu. para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”.
El Señor desea que estemos arraigados a Él y cimentados en Su amor; el primer paso que debemos dar para hacerlo es dejar que Él sea nuestro único Señor y Salvador. Permite que ese verdadero amor entre a tu casa y a tu vida, ya que te ayudará a aliviar los problemas y transformará tu mente, corazón y cuerpo.