El pasado 8 de marzo de 2024 se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, el cual fue oficializado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1975. Desde entonces ha sido una fecha importante en distintos países del mundo, que ya, de acuerdo con la ONU, ese día se rememora “a las mujeres corrientes como artífice de la historia” y “la lucha plurisecular de las mujeres por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre”.
A pesar de que el suceso que marcó la festividad de este día fue un evento sumamente triste y trágico, en la actualidad, cada 8 de marzo suele ser un día de celebración y alegría por parte de las mujeres que habitan en este mundo. Aunque para muchas la lucha continua, tenemos que reconocer en todo momento que el Señor nos dio un sentido de valía único y que depositó en cada una de nosotras muchísimas habilidades para amar, cuidar, servir, administrar, apoyar y sustentar, entre otras.
Proverbios 31:10 dice: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas”. La Real Academia Española (RAE) define la palabra “virtuosa” como “que se ejercita en la virtud u obra según ella”, en otras palabras, es alguien que posee virtudes y determinados aspectos positivos, que son distintos a los talentos naturales con lo que cada ser humano nace.
La mujer virtuosa de la que nos habla la Biblia es alguien bendecida que rige su vida de acuerdo con los principios de Dios y busca en todo momento cumplir Su voluntad y no la propia. Cuando una mujer vive para Él, automáticamente se convierte en una bendición y en alguien que influye a los demás de forma positiva con amor y esmero. Asimismo, el valor de la mujer virtuosa no se basa en sus posesiones, sino en el amor del Señor que está en su corazón mediante el cual busca bendecir a quienes la rodean.
En reiteradas ocasiones he dicho que ser mujer es una gran bendición, pues Dios nos creó únicas a Su perfecta imagen y semejanza. Aunque ser mujer por supuesto que implica desafíos, la realidad es que es una experiencia inigualable y valiosa que reconozco y celebro cada día, porque tenemos la capacidad de dar vida y nos caracterizamos por ser fuertes, resilientes, sensibles, empáticas, creativas e intuitivas.
Mujeres, las animo a que todos los días de sus vidas aprovechen al máximo lo bueno que llevan dentro para dejar huella en los distintos ámbitos en los que se desenvuelven. El Señor nos dio identidad de mujeres con un gran propósito, así que, sin importar a qué se dedican, háganlo siempre con esmero, dedicación, excelencia y amor para marcar la diferencia.
¡Gracias por su lucha constante, ejemplo y enorme trabajo, mujeres valientes y virtuosas! Que Dios las bendiga en todo momento.