Winston Churchill, político y antiguo primer ministro del Reino Unido, en una ocasión dijo una frase célebre acerca del cambio que siempre me hace reflexionar: “Cambiar no siempre equivale a mejorar, pero para mejorar hay que cambiar”. A lo largo de la vida, como seres humanos, tendremos que tomar muchas y distintas decisiones que traerán consigo cambios que quizá no sean los que esperamos.
Con el paso del tiempo he entendido con mucha más claridad que, aunque sucedan constantes cambios en las diferentes etapas de la vida, nuestro Dios jamás cambia ya que permanece igual ayer, hoy y siempre. Los cambios ocurren cuando entramos a nuevas temporadas con distintos niveles de intensidad, las cuales Él ya tenía previstas para cada uno de Sus Hijos desde que nos creó a Su perfecta imagen y semejanza.
A veces nos encontramos tan bien y cómodos en un sitio que nos atascamos en nuestra zona de comodidad. Por ello comienzan a surgir incomodidades de cualquier índole que el Señor aprovecha para llevarnos a una nueva dimensión de realidad espiritual y personal, pues Su máximo deseo es que constantemente nos desarrollemos para que cada día seamos mejores y transmitamos todo lo bueno que Él depositó en cada uno de nosotros.
Ten siempre en mente que los cambios pueden transformar el miedo en confianza, la confusión en paz, las ataduras en libertad, el orgullo en humildad, la adicción en unción, la depresión en alegría y el egoísmo en servicio, entre muchos otros. Recuerda que nada pasa por casualidad y que todo tiene un propósito divino, así que si Dios ha estado irrumpiendo en tu corazón a través de las batallas que has peleado, ten la seguridad de que te está preparando para la semilla del destino que plantará en tu vida con los cambios que ya tiene previstos.
No sé qué cambios debas realizar pronto: de rutina, de hábitos, de trabajo, de ciudad o de amistades, entre otros, pero estoy segura de que, aunque sea difícil o estresante, Dios nunca te dejará solo. Si esos cambios surgieron en Su corazón y estás siendo obediente, ten la completa seguridad y certeza de que los beneficios superarán con creces los desafíos que impliquen.
No olvides que los cambios que el Señor te impulsa a tomar son inevitables, buenos y necesarios, así que afróntalos como algo natural porque la vida siempre está en constante cambio. Además, si sientes miedo o te cuesta aceptarlos, planifica para sentirte mucho más preparado y busca apoyo en tus líderes, familiares y amigos cercanos para sentirte aún más acompañado. Recuerda que los cambios son una gran oportunidad para crecer y mejorar, así que ábrete a nuevas experiencias y oportunidades. ¡Que Dios te bendiga y guíe tus pasos!