La ansiedad es una afección mental que cada vez afecta a más personas en todo el mundo. Se caracteriza por una sensación de nerviosismo, preocupación o miedo persistente y excesiva. En muchos casos puede interferir con las actividades diarias de la persona afectada y provocarle una serie de problemas físicos y emocionales. Las causas no se comprenden por completo, sin embargo, especialistas consideran que es el resultado de una combinación de factores genéticos, ambientales y psicológicos.
Si estás atravesando algún momento difícil de ansiedad o conoces a alguien que lo esté viviendo es importante que tengas en mente que Dios no solo nos dice que no nos preocupemos, sino que además nos brinda su apoyo y compañía durante los procesos de dificultad. Yo también atravesé algunos episodios de ansiedad en distintas etapas de mi vida, por eso he aprendido que lo mejor que podemos hacer es acercarnos a nuestro Padre para presentarle nuestras preocupaciones, ya que Él siempre nos brindará ayuda.
Cuando estamos por empezar algo nuevo —como casarnos, estudiar una carrera universitaria o emprender algún proyecto empresarial, entre otros— solemos llenarnos de ansiedad porque la incertidumbre y lo desconocido nos sacan de nuestra zona de comodidad. En estos momentos es cuando debemos confiar en que el antídoto para la ansiedad es la fe y que Dios tiene planes de bien para nuestra vida, una verdad que nos ayudará a contrarrestar toda inseguridad que se presente.
Siempre he dicho que no es malo acudir a terapia para tratar la ansiedad ya que puede ayudar a las personas que la padecen a identificar y cambiar los pensamientos y comportamientos que la desarrollan. Está bien si decides acudir con un profesional de la salud mental, pero al mismo tiempo busca ayuda espiritual y acércate más a Dios, pues Él nos conoce mejor que nadie en el mundo y es nuestra roca en medio de las tribulaciones.
Recuerda que la certeza de que Dios nos escucha y responde a nuestras oraciones es lo que nos traerá paz y descanso en medio de cualquier preocupación. Dios no nos abandona en ningún momento, así que deja de pensar que todo lo que emprendas te saldrá mal y, por el contrario, cree y declara con fe activa que todo saldrá bien para Su honra y gloria. Él cuida de nosotros y con esa convicción en nuestro corazón debemos afrontar todo reto que se nos presente en la vida.
La fe de que Jesús nos acompaña en todo momento es la respuesta para contrarrestar todo temor, incertidumbre y problema. Cree que Sus planes son de bien y no de mal. Descansa en Sus promesas que son eternas y, aunque la tormenta sea fuerte, confía en que si Él está en tu barca no hay nada que temer. ¡Que Dios te bendiga y te ayude a salir de toda ansiedad!