El matrimonio es uno de los regalos más hermosos que Dios nos ha dado. Es una etapa de la vida que, con sus altos y bajos, cuando se vive conforme a la perfecta voluntad del Señor se disfruta mucho y nos deja un sinfín de aprendizajes. Sin embargo, para muchas parejas esta gran bendición no ha sido para siempre y, por el contrario, ha terminado en un fracaso y en profundo sufrimiento.
Sin duda, en la actualidad el matrimonio es una de las instituciones sociales que más ataques recibe, por lo que, sin importar tu estado civil, como hijo o hija de Dios no puedes darte el lujo de andar a la deriva. En la Biblia encontramos principios eternos que nos fortalecen en tiempos de tribulación, y nos dan una visión clara y la perspectiva correcta sobre el matrimonio, con el fin de que lo disfrutemos al máximo.
Algo sumamente importante que he aprendido a lo largo de mi vida es que es fundamental buscar parejas maduras en la fe que nos orienten, aconsejen y acompañen en los tiempos buenos y en los de prueba. Esto ayuda a que las emociones no nublen la vista y a ser sabios en la toma de decisiones que fortalezcan nuestras relaciones.
Aunque tener acompañamiento nos ayuda a no perder la visión y suaviza el camino, es importante tener en mente que, mientras aprendemos de otras parejas, por más experimentadas que sean, ellas también están en un proceso de transformación y crecimiento, por lo que en cualquier momento pueden vivir dificultades. Es por ello que siempre debemos enfocarnos en poner nuestros ojos en Jesús, quien nunca nos fallará.
Recuerda que en la Biblia encontramos las palabras de Dios que nos brindan la visión correcta para nuestra familia. Él mismo instituyó el matrimonio, por lo que, cuando ponemos en primer lugar nuestra relación con Él y Su Palabra, nos acercamos a cumplir Su diseño original. En todo momento procuremos reflejar Su amor en nuestra relación porque todos podemos ser luz y ejemplo para otros.
Te animo a que seas intencional, presente y entiendas el lenguaje del amor de tu pareja, el cual seguramente no será igual que el tuyo. Asimismo, enfócate en escuchar la voz de Dios, ya que cuando lo hacemos, abrazamos la tarea que nos ha delegado a cada uno de Sus Hijos de edificar nuestro matrimonio con palabras y acciones.
No sé si ya disfrutas de un matrimonio, si ya atravesaste un divorcio o si aún sigues en la soltería, pero ante cualquiera de estos tres escenarios recuerda que en Dios siempre tenemos esperanza y que Él puede restaurar todo aquello que pueda estar roto.