Durante mi vida dentro de la iglesia he sido testigo de muchos milagros de sanidad, los cuales me han impresionado porque son manifestaciones del poder de Dios. La Biblia nos promete que Él nos trae sanidad, medicina, paz y verdad. Para recibir un milagro debemos acercarnos con humildad porque el Señor resiste a los soberbios y le da gracia a los humildes. Así que debemos presentarnos ante Él con respeto, como una persona necesitada que sabe de Su amor y deseo de ayudarnos. Sin duda, no podemos acercarnos ante Su presencia con arrogancia y prepotencia.
Nunca olvidemos que el mismo Jesús padeció en la cruz para darnos sanidad y nos recuerda los dolores que surgen por el abatimiento del espíritu. La voluntad de Dios es que seamos sanos del alma y del cuerpo, así que abandónate en Sus manos para que te dé salud y restauración.
Cuando recibes sanidad debes escuchar las instrucciones que el Señor te da. Renueva tu vida y aléjate de lo que te enferma, ya sea comida, estilo de vida o amistades. De lo contrario, corres el riesgo de enfermarte de nuevo. El proceso para recibir milagros consiste en que nos presentemos con humildad, que creamos que Dios sí quiere sanarnos y obedecer Sus instrucciones en todo momento.
La Biblia nos cuenta el milagro de sanidad que recibió el siervo del centurión, quien demostró tanta fe, por lo que Jesús dijo: “De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe” y, en ese momento, el criado fue sanado. En las cruzadas de sanidad que realizamos en la iglesia hemos visto a personas que llegan con ropa de otros para que oremos por ellos. Al principio sentía extraño imponer manos sobre algo y no sobre alguien, pero luego, al escuchar los testimonios, me di cuenta de que la distancia no tiene relación con lo que Dios quiere obrar en Sus hijos.
Interceder por alguien también es bueno a los ojos del Señor, quien corresponde a esa clase de oración. Sé libre para pedir por quien lo necesita, tal como lo hizo el centurión. Cree que Dios quiere usarnos para obrar en otros y nos da el poder para hacerlo. Solo debemos creer en ese poder y usarlo.
Ahora que recién inicia el 2023 atrévete a proclamar sanidad para tu cuerpo y para quien lo necesite. La sanidad es una orden que se da con autoridad. Ten la certeza de que eres un ungido y que el Señor desea usarte para sanar a otros. Practica la Palabra de fe y cree que será hecho conforme a tu mandato porque todo es posible para quienes creen.