Desde pequeña siempre me ha encantado la Navidad, pues es una época hermosa en la que, además de celebrar el nacimiento de Jesús, compartimos momentos únicos con nuestros seres queridos. Sin embargo, muchas veces nos enfocamos solo en celebrar y olvidamos el significado y el poder de Su nacimiento: Él es el regalo más grande que el Padre nos ha dado, pues su vida es la promesa de salvación y redención para nosotros.
Jesús vino a darnos la mayor enseñanza de amor, la cual predicó con palabras y acciones. Lo que realmente debemos imitar de Él es Su capacidad de perdón y Su corazón humilde y obediente a los planes del Padre. No podemos morir en una cruz para salvar a la humanidad, pero sí podemos mantenernos en paz con todas las personas que nos rodean y expresar nuestra buena voluntad con amor y paciencia.
Siempre he dicho que recordar el nacimiento de Jesús es inmortalizar que Él decidió venir a la Tierra a vivir entre nosotros, lo que además nos ayuda a reflexionar sobre nuestra forma de vivir para comenzar a ser reflejo del verdadero amor. Mis padres siempre nos enseñaron a mis hermanos y a mí que este tiempo también es una excelente oportunidad para imitar al Señor, ser voluntariosos y buscar la paz, ofreciendo cariño y reconciliación con quienes hemos tenido dificultades.
Además, este es un buen momento para que adoremos a Jesús por quien es Él, no por lo que es capaz de hacer. Cuando Jesús nació, los reyes lo adoraron; no tenía que hacer algo para ser digno de adoración porque ya lo era. Los reyes viajaron meses para verlo y postrarse delante de Él. Nosotros, teniéndolo tan cerca, a veces no lo adoramos. El Señor ha sido bueno con nosotros, por lo que es tiempo de reconocerlo a través de nuestra gratitud y adoración.
Para celebrar y conmemorar el nacimiento de Jesús de la mejor manera, honrémoslo practicando Su ejemplo y predicando el Evangelio con quienes aún no lo conocen. Este es el mejor momento del año para superar el pasado y dejar atrás la amargura y las cicatrices; y, por el contrario, perdonar y buscar la paz.
Nunca olvides que mostrar buena voluntad es imitar a Jesús, así que abre tu corazón al amor y a la paz, gózate a las personas que más amas y trabaja en ser una mejor persona en todas las áreas de tu vida. Celebra la Navidad agradando al único festejado: Jesús, quien desea nacer en tu corazón para regalarte un nuevo comienzo.
En este tiempo tan lindo, sé intencional en regalar paz y buena voluntad. Que ese sea tu regalo a tus amigos, familia, compañeros de trabajo y hermanos en Cristo. Deseo de todo corazón que la paz de Dios reine en tu hogar y lo transforme. ¡Feliz Navidad!