1 Pedro 1:3-9 dice: Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.
Yo le doy muchas gracias a Dios por la vida de las personas que constantemente enseñan sobre la fe. Mi esposo es uno ellos. Desde que conoció al Señor, cada fin de semana, a través de sus prédicas, habla sobre la fe, la cual es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Todos los creyentes necesitamos tener esa fe. Los apóstoles Pedro y Pablo, por ejemplo, tenían una lección de vida y hablaban con base en lo que habían vivido. La Palabra nos muestra que luego de los altibajos y las aflicciones que cada persona atraviesa, renacemos, tenemos una esperanza de vida y una herencia. Sin duda, todos debemos atravesar pruebas porque por medio de ellas es probada nuestra fe.
Las pruebas nos retan a nosotros mismos y a nuestro entendimiento para no huir, sino por el contrario, estar firmes y resistir. Hay pruebas que vienen a nuestra vida a revelarnos en qué áreas debemos ser fortalecidos para que nuestra fe permanezca firme y estable en todo momento.
Colosenses 1:23 dice: Si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.
Hay reconciliación por la muerte de Jesús. Pablo había sufrido, pues era un hombre que había perseguido a Jesucristo, quien, en Su misericordia, se encontró con él e hizo que se convirtiera en mejor persona. Esto nos enseña que si permanecemos en el Señor y estamos firmes en Él, lograremos superar con victoria cualquier prueba que se nos presente.
Ahora bien, ¿por qué debe ser sometida nuestra fe? Porque los desafíos de la vida nos confrontan y relevan cómo somos y estamos realmente. Nuestra fe debe ser sometida a prueba para sacar todo aquello que llevamos dentro que no nos sirve y que obstruye lo que Dios quiere depositar en nuestro interior.
Nuestro Señor y Salvador, quien nos ha dado la vida eterna, también atravesó pruebas dificilísimas. Su fe también fue sometida a pruebas, por lo que nosotros también necesitamos atravesarlas. Debemos creer que el Señor depositó fe en cada uno de Sus hijos.
Juan 15:5 dice: Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. ¡Necesitamos depender de Dios! Hay un momento en la fe en el que creemos que todo lo que estamos haciendo está bien, pero lo que el Señor quiere es que nos sometamos a Él y que hagamos Su perfecta voluntad.
2 Timoteo 3:10-11 dice: Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor.
No permitas que tu fe decaiga ante cualquier prueba ya que el Señor nos promete librarnos de todo mal. Dios permitió que Su Hijo Jesucristo nos siga mostrando con Su ejemplo que sí podemos seguir adelante, así que te motivo a que guardes y protejas la poquita o mucha fe que tengas.