En la actualidad miles de jóvenes no tienen entre sus planes de vida tener hijos. Es más: existe una tendencia que va en auge y sostiene un nuevo modelo de familia en el que un animal doméstico toma el lugar central del núcleo familiar y se convierte en el sustituto de un hijo. Es por ello que ahora constantemente escuchamos los términos perrhijo o gathijo y me sorprendió saber que ya existen compañías que se dedican a organizar eventos para mascotas.
Al profesor David Barash, experto en psicología y biología evolutiva de la Universidad de Washington, Estados Unidos, y autor del libro The Whisperings Within (Los susurros internos), le preguntaron por qué cada vez más personas optan por no tener hijos. Su respuesta fue: “No sorprende de ninguna forma porque demuestra la característica más notable de la especie humana: la capacidad de decir no”.
En toda la historia evolutiva los seres humanos no han tenido el lujo de decidir si quieren reproducirse o no; simplemente bastaba con involucrarse en una relación sexual para hacerlo. Sin embargo, ahora que sí tienen mayor capacidad de razonamiento y pueden elegirlo, han surgido movimientos que intentan demostrar que el deseo de ser madre, o lo que solemos llamar “instinto maternal”, es una inclinación más cultural que biológica.
La realidad es que los hijos son un milagro, pues la complejidad de la concepción es verdaderamente impresionante. Cabe destacar que un mililitro de semen contiene entre 15 y 200 millones de espermatozoides y al momento del acto sexual tan solo uno de ellos fecundará el óvulo de la mujer. Algo tan preciso y perfecto solo puede ser obra de Dios.
Conozco a mujeres que se han caído en profundas depresiones y a parejas que se han desintegrado por tener complicaciones para concebir. Es importante mencionar que una situación como esta, además de ocasionar frustraciones e infelicidad, puede afectar la identidad de cualquier mujer como instrumento de Dios para dar vida.
En estos tiempos tenemos a disposición muchos más recursos médicos y científicos, lo cual puede brindar mayor esperanza a las mujeres que tienen dificultades para ser madres, pero el milagro solo lo hace el Señor. En Casa de Dios fundamos el ministerio Anclados en Su amor, a través del cual realizamos retiros e impartimos charlas para ministrar y ayudar a parejas que no han podido procrear. He sido testigo de cómo el Señor ha obrado milagrosamente en personas que llevaban muchos años intentándolo.
La vida es un milagro y todas las mujeres merecen el honor de procrear y ver crecer a sus siguientes generaciones, disfrutar de ese amor único e inexplicable que solo llega con la maternidad y que fortalece enormemente nuestra identidad. Como mujeres fuimos diseñadas para esa función específica.