Job 22:21-30 dice: Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, y pon sus palabras en tu corazón. Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; alejarás de tu tienda la aflicción; tendrás más oro que tierra, y como piedras de arroyos oro de Ofir; el Todopoderoso será tu defensa, y tendrás plata en abundancia. Porque entonces te deleitarás en el Omnipotente, y alzarás a Dios tu rostro. Orarás a él, y él te oirá; y tú pagarás tus votos. Determinarás asimismo una cosa, y te será firme, y sobre tus caminos resplandecerá luz. Cuando fueren abatidos, dirás tú: Enaltecimiento habrá; y Dios salvará al humilde de ojos. Él libertará al inocente, y por la limpieza de tus manos este será librado.
Los beneficios de tener una amistad con Dios son muchísimos: paz, edificación, alejará de nosotros la aflicción, nos defenderá, tendremos más oro y resplandecerá la luz, la salvación y la libertad. Él quiere tener una amistad con nosotros, pero debemos buscarlo y relacionarnos con Él para obtener estos beneficios.
La historia de Abraham nos muestra una gran historia de amistad: él buscó a Dios, mantuvo constante comunicación y todo el tiempo se relacionó con Él. Asimismo, lo escuchó, confió y tuvo mucha fe en Él, por lo que el Señor lo consideró Su amigo. Esta es una conducta que debemos imitar para que lleguemos a tener ese tipo de amistad con Dios.
Posiblemente estés pensado: “Yo quisiera deleitarme en la Palabra del Señor y en oración como muchos lo hacen, pero no lo logro”. Dice la Palabra que si te acercas a Dios y te comportas como Su amigo, la amistad con Él traerá muchas bendiciones y beneficios para tu vida. Habrá momentos en los que tendrás que tomar decisiones para demostrarle al Señor que es más importante amarlo a Él y que todo lo demás pasa a segundo plano.
Eso sí, a cambio de los beneficios debemos hacer algo: tomar la ley de Su boca y poner Sus palabras en nuestro corazón. Cuando alguien busca tener una verdadera amistad con el Señor también debe tener una amistad con Su Palabra porque ambas van de la mano. En resumen, para poder conocer mucho más al Señor, tienes que conocer también Su Palabra.
En la vida hay cosas que no logramos entender. Por ejemplo, hace muchos años me dijeron que yo no podía ser amiga de Dios, yo no entendía por qué; sin embargo, la Palabra nos enseña que absolutamente todos podemos llegar a ser Sus amigos haciendo lo que Él nos ha mandado a hacer. Si le llevas Palabra al necesitado, considérate Su amigo.
Cuando logramos acercarnos de esta forma al Señor, Él nos lleva al siguiente nivel, pues vienen a nuestra vida las cosas profundas que solo el Espíritu Santo nos puede dar a conocer. Debemos trabajar en construir una amistad con nuestro Padre y conectarnos con Él a través de la Palabra y el Espíritu Santo.
En el momento en el que empiezas a ser amigo de Dios también empiezas a conocer la trinidad, ya que Él es tres en uno: es Padre, es Hijo y es Espíritu Santo. Todos trabajan en equipo y es por ello que Dios revela a Su hijo y el hijo revela al Espíritu Santo. Esa es la amistad que nos conviene tener, pues por medio del Espíritu Santo el Señor hace revelaciones a nuestro corazón y podremos recibir Su guía en los momentos que más la necesitemos.
¡Dios te quiere bendecir! Si el Espíritu Santo te está guiando para que tomes más responsabilidad, fuerza y determinación para servirle a Él por sobre todas las cosas, hazlo. Graba en tu corazón y en tu mente que estás haciendo lo correcto si compartes Su Palabra y si llevas la salvación a los hogares que la necesitan.