Todas en algún momento hemos sentido temor. La Palabra nos enseña que la primera reacción de los pastores a quienes los ángeles anunciaron el nacimiento de nuestro Señor fue de temor. Es irónico porque como hijas del Señor nunca creeríamos que Su presencia o que las cosas buenas son capaces de provocar miedo, pero por increíble que parezca, suele suceder. Sin embargo, ¡no lo temas al por venir! Porque será de bendición.
Que los desafíos venideros no te paralicen, sino que te motiven a avanzar. Prepárate para aceptar las oportunidades y a enfrentar tus temores para poder ver la gloria de Dios. Lo único que nos quita el temor a lo bueno y a tomar decisiones es la Palabra del Señor, así que toma la costumbre de leerla y ponerla en práctica. Si quieres bienestar para tu familia, pero tienes miedo a emprender, debes vencer los temores porque te paralizan. En la vida hay que hacer las cosas con todo y miedo, ya que sobre la marcha se supera la ansiedad y se encuentra fortaleza. ¡Aplasta ese espíritu de temor con las promesas del Señor!
Asimismo, debemos tener fe en todo momento, pues hay etapas en la vida en las que nos sirve para avanzar, pero también hay otras en los que podemos utilizarla como un escudo para defendernos. La fe en Dios, sin lugar a dudas, sostendrá nuestra economía, salud y familia. El Señor camina junto a nosotras, por lo que no debemos temer.
Ya no te preguntes por qué, ya que cada vez que lo haces pierdes el presente y niegas lo que Dios tiene para ti. Te aseguro que creer es la única manera de vivir con la seguridad de que tenemos una misión en la Tierra que debemos completar. Sé fuerte, ora y jamás permitas que tus pérdidas del pasado nieguen el futuro tan maravillo que el Señor tiene preparado para ti.
Recuerda que creer no es lo mismo que tener fe, puesto que el acto de creer es utilizar la fe que ya tenemos, la cual Dios le ha dado a todos Sus Hijos. En otras palabras, creer implica valentía para enfrentar y superar los desafíos de la vida.
Cuando el Señor nos creó, nos formó con cuerpo, alma y espíritu, y nos dotó de talentos y de una medida de fe completamente personal que nos ayudará a enfrentar los distintos retos que se presenten. La medida de los problemas es congruente con la medida de fe que tenemos. No sé cuál es el tamaño de tu dificultad, pero te aseguro que tienes la suficiente fe para superarla, porque Dios ya te la dio.
Que en este año que recién está iniciando seas libre de todo temor y angustia, y logres vivir por fe para disfrutar los planes de Dios. ¡Feliz 2022!