A pesar de los problemas y la crisis constante que se vive en mi amada Guatemala, debo confesar que me encanta ser chapina y que soy privilegiada por haber nacido en esta hermosa nación que también posee cosas buenas. El clima en esta tierra es verdaderamente maravilloso —por ello Guatemala es reconocida como “el país de la eterna primavera”—, la sazón en la comida es incomparable y la calidez de las personas es única.
En general los guatemaltecos nos caracterizamos por ser serviciales, trabajadores, emprendedores, ingeniosos y solidarios. Siempre que voy a un restaurante, a comprar a alguna tienda o cuando salgo a caminar, aunque no conozca a las personas, no faltan los saludos y la cordialidad. Eso es algo que me gusta y que valoro muchísimo de nuestra esencia, ya que en muchos otros países no suelen ser así.
Un gran y reciente ejemplo de lo esforzados que somos los chapines lo vemos en los atletas que recientemente viajaron a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 para representarnos en distintas disciplinas. A pesar de las adversidades para entrenar, cada uno de ellos ganó su pase a los juegos más importantes del mundo y nos dejaron impresionados con su desenvolvimiento, garra y entrega.
Desde hace más de cuarenta años se ha profetizado que Guatemala será luz para las naciones. Al escuchar esto por tanto tiempo, muchas personas han interpretado que de este país saldrá la Palabra de Dios para que las naciones sean salvas; sin embargo, ser luz no consiste solamente en eso, pues deben incluirse otros aspectos importantes como los procesos de justicia y el respeto a la libertad y los derechos de cada individuo, entre otros.
Hoy 15 de septiembre celebramos ¡200 años de independencia patria! Por supuesto que hay muchísimo por mejorar, pero la libertad que tenemos en este país de adorar a Dios es uno de los mayores regalos que tenemos. Estoy segura de que nuestras oraciones pueden provocar que los planes del Señor se cumplan aquí en la Tierra, eso es justamente lo que debemos declarar: que Su reino se establezca en cada rincón de nuestro país y que aquí se practiquen los valores que Él nos dejó escritos en Su Palabra.
Imagina cómo sería el mundo si empezamos a interceder y clamar para que el reino de Dios se establezca… Es un buen momento para orar y declarar cosas positivas para este hermoso pedacito del mundo. Intercedamos para que las personas en eminencia, líderes y gobernantes reciban sabiduría de parte de Dios y para que trabajen en beneficio del país y sus habitantes. Es maravilloso descubrir que cuando hacemos lo correcto Dios actúa conforme a nuestras palabras.
Solo cuando sumemos generaciones, leyes, ordenanzas y personas obtendremos un gran país, porque Dios engrandece a una nación a través de Su justicia. ¡Nuestro país necesita paz, justicia y el esfuerzo de todos por el bien común! Deseo paz y prosperidad para mi bella Guatemala y todos sus habitantes.